Se espera que este año el mercado del internet de las cosas (IoT) alcance los 1,1 billones de dólares, con más de 27.000 millones de dispositivos conectados en todo el planeta. Estas cifras, más allá de los relojes y altavoces conectados que forman parte de nuestra realidad diaria, ponen de manifiesto una profunda transformación de la industria.
El mantenimiento predictivo es uno de los primeros campos de actuación. Así, por ejemplo, Actemium Maintenance Aéroportuaire Paris ha desplegado una solución de mantenimiento predictivo en uno de los clasificadores de equipajes del aeropuerto París-Charles de Gaulle, de 36 km; una verdadera autopista subterránea automatizada por la que pasan una media de 40.000 maletas al día.
En concreto, unos sensores ultrasofisticados analizan en tiempo real la vibración de las ruedas, la altura de los carros, el estado de los componentes mecánicos y cualquier señal acústica que pueda ser indicativa de una futura avería. El sistema envía alertas a los técnicos, con una enumeración precisa de los equipos que requieren una intervención preventiva condicional.
Gracias a esta solución, denominada NAOMI, el verano pasado pudo evitar que se detuviera durante un largo tiempo un clasificador de equipajes en plenos Juegos Olímpicos de París 2024.
Quick scan
El IoT, aparte de ofrecer una minuciosa supervisión que ayuda a tomar las decisiones adecuadas en el momento oportuno, también constituye una palanca de optimización energética.
Gracias a la solución NAOMI, pudo evitarse una larga parada de un clasificador de equipajes en plenos Juegos Olímpicos.
Otra de las mejoras consiste en el “quick scan energético” realizado para una filial de Air France con una actividad de clasificación de paquetes: los sensores miden el consumo eléctrico del clasificador en cada arranque, parada y fase de funcionamiento, con el objetivo de identificar con la mayor precisión posible los picos de consumo para poder reducirlos más eficazmente mediante las soluciones adecuadas.
En beneficio de las personas
Pero, por supuesto, las tecnologías son aún más importante cuando la experiencia humana depende de ellas. En un carrusel de equipajes de París-Charles de Gaulle, se está probando un sistema de cámaras que analizan el estado de las ruedas. No solo podrán detectar su desgaste, sino que también indicarán su ubicación precisa. La experiencia de los pasajeros, para quienes el carrusel es a menudo el primer contacto con su destino, mejora gracias a este sistema que reduce al máximo el riesgo de que la cinta se detenga… y la espera de las maletas.
En cuanto a los técnicos, se beneficiarán de una mayor seguridad y de una menor exigencia física en el trabajo, ya que ahora deben adoptar una posición incómoda para acceder bajo la cinta transportadora e intentar identificar el problema.
A diferencia de las fantasías sobre la automatización, el IoT no sustituye a los equipos, sino que los complementa. De hecho, tras las pantallas son las personas quienes se encargan de la supervisión: en Actemium, un científico de datos se dedica a la implementación y el análisis de los datos de NAOMI.
Lo mejor está por llegar
Los casos de uso no paran de incrementarse y son cada vez más sofisticados: cámaras inteligentes que identifican equipajes inestables o sondas LoRa (Long Range, de largo alcance) que controlan la temperatura de los armarios eléctricos.
En este horizonte tecnológico en constante expansión, son muchos los futuros retos de desarrollo: multiplicar los puntos de control para una recopilación de datos aún más minuciosa, mejorar la precisión de los diagnósticos, desarrollar algoritmos cada vez más predictivos y reducir aún más los costes operativos.
15/10/2025