Cómo conciliar la refrigeración con la reducción de emisiones de CO2
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Los efectos del cambio climático son cada vez más dramáticos, por lo que los sistemas de refrigeración se han vuelto indispensables. Pero dichos sistemas tienen un impacto medioambiental muy elevado, aunque existen soluciones para que estas tecnologías sean más sostenibles.

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Se calcula que en 2050 la demanda de refrigeración podría triplicarse, impulsada por la vertiginosa urbanización y el cambio climático. Pero esta dependencia tiene un coste medioambiental elevado y representa el 3,4% de las emisiones globales de CO2. Las principales soluciones para limitar su impacto son la optimización energética, el uso de líquidos refrigerantes más ecológicos y el dimensionamiento de las instalaciones según las necesidades.
Pero incluso antes de recurrir a las tecnologías, el pragmatismo impone la reducción de las propias necesidades de aire acondicionado. Es aquí donde entra en juego la refrigeración pasiva, que se basa en soluciones arquitectónicas y urbanas: materiales reflectantes, como pinturas y revestimientos claros que reflejan mejor los rayos de sol; vegetalización de los edificios para optimizar el aislamiento y reducir la absorción de calor; circulación optimizada del aire para una mejor evacuación; uso de materiales con gran inercia térmica, que durante el día restituyen el frescor nocturno, o puntos de suministro de agua y fuentes para refrescar el ambiente.
COP y free-cooling
No obstante, estas soluciones tienen sus limitaciones y las ciudades no son las únicas que necesitan que la temperatura disminuya. Cuando se requiere un sistema de aire acondicionado o de frío, hoy en día es indispensable mejorar su eficiencia. “De aquí a 20250, nuestras instalaciones frigoríficas deben aspirar, de media, a un coeficiente de rendimiento (COP) tres veces superior con el fin de limitar el auge del consumo eléctrico y, por tanto, de las emisiones”, explica David Hanquiez, director técnico UBBAK. Se trata de una evolución necesaria, principalmente en los países en los que la electricidad sigue generando grandes cantidades de carbono.
Otra opción es el free-cooling, que utiliza el aire exterior o el agua subterránea para enfriar sin necesidad de recurrir a un ciclo termodinámico. Se trata de una solución especialmente adecuada para los edificios terciarios, los centros de datos o los edificios industriales, por ejemplo.
“La combinación de tecnologías es lo que nos permitirá reducir nuestro impacto”
Otro aspecto del problema es que los sistemas frigoríficos dependen de refrigerantes que son responsables de importantes emisiones de gases de efecto invernadero. En 2030, UBBAK ofrecerá el 100% de sus servicios en líquidos naturales, como el CO2, el amoníaco o los hidrocarburos, cuyo potencial de calentamiento global (PCG) es mucho menor. Pero no se trata solamente de optimizar las nuevas instalaciones: “Nuestro objetivo también es convertir, de aquí a 2050, todo el parque de edificios cuyo mantenimiento gestionamos”, puntualiza David Hanquiez. Un proyecto colosal pero indispensable para descarbonizar el sector.
La cuestión del agua
Detrás del tema energético se esconde otra cuestión: el agua. Las instalaciones térmicas son grandes consumidoras de agua, sobre todo mediante las torres de refrigeración. En algunas regiones, como el sureste de Francia, las restricciones de agua son ya importantes y el estrés hídrico es una realidad. ¿La solución? Desarrollar sistemas de refrigeración que consuman menos agua y energía. En Francia, la producción de electricidad depende en gran medida de la energía nuclear… que a su vez depende del agua. Un círculo vicioso que hay que romper.
La aportación de la geotermia
No puede generarse frío sin generarse calor. Y ahí radica la paradoja: actualmente, el aire acondicionado contribuye a crear islas de calor al expulsar el aire caliente al exterior. “La geotermia permite extraer el calor del suelo y devolverlo a la tierra en vez de al aire”, explica David Hanquiez.
En Europa, algunas soluciones ya están recurriendo a las aguas subterráneas entre 7 y 12 °C para refrigerar los edificios, por ejemplo el complejo de oficinas Commerce 46, en el barrio europeo de Bruselas. Pero la geotermia no se limita al frío: algunos industriales están empezando a extraer el calor a varios kilómetros de profundidad para calentar sus infraestructuras. Se trata de una solución prometedora pero que aún carece de especialistas en perforación en Francia y que sigue estando limitada a determinados sectores geográficos.
Por último, está claro que ninguna solución resolverá por sí sola el problema de la huella ecológica de la refrigeración. “La combinación de tecnologías es lo que nos permitirá reducir nuestro impacto”, resume David Hanquiez. Free-cooling, líquidos naturales, geotermia… Cada solución es un ladrillo más del edificio. Pero la transición también debe ser económicamente viable. “Descarbonizar, sí, pero sin que los costes de explotación se disparen”, advierte el experto.
15/09/2025
Foto destacada: Abattoir de Carentan les Marais, ©David Marmier