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Desde hace diez años, varios proyectos piloto en Europa buscan multiplicar el número de pruebas relacionadas con los sistemas de transporte inteligentes (STI) con el objetivo de construir una estrategia armonizada de desarrollo de vehículos autónomos en la Unión Europea. Estado de la cuestión.

Los sistemas de transporte inteligentes reúnen a socios públicos y privados: autoridades locales, gestores de carreteras, fabricantes, operadores de telecomunicaciones, universidades y centros de investigación.

Trabajos de normalización, financiación de proyectos de investigación, construcción de un marco reglamentario con vistas a acelerar el desarrollo de una oferta industrial armonizada a escala continental: desde hace varios años, la Comisión Europea se ha comprometido a todos los niveles con el desarrollo de los sistemas de transporte inteligentes (STI).

Durante la última década, se han desarrollado en Francia diferentes proyectos, lanzados, coordinados o financiados por la Unión Europea, con varios objetivos: mejorar la seguridad vial, hacer más seguro el trabajo de los operarios que trabajan en las carreteras, hacer más eficiente la gestión del tráfico, contribuir a la reducción de las emisiones y optimizar los costes de gestión de las infraestructuras.

El primero de los proyectos de STI, denominado SCOOP (por Système COOpératif Pilote), se puso en marcha en 2014. Coordinado por el Ministerio de la Transición Ecológica y financiado en un 50% por la Comisión Europea, tenía como objetivo el intercambio de informaciones entre vehículos conectados, por un lado, y entre los vehículos y la carretera, por otro. Se basaba en la instalación de sensores a bordo de los vehículos para transmitir informaciones (carretera resbaladiza, frenazo brusco, accidente) a los demás vehículos, así como al gestor, a través de unidades de comunicación de carretera, situadas a lo largo de las vías.

Se trata de multiplicar las pruebas y la para prefigurar los sistemas que en un futuro se implementarán en Europa”.

Son muchos los socios públicos y privados que se involucraron en el proyecto: autoridades locales, gestores de carreteras, fabricantes de automóviles, operadores de telecomunicaciones, universidades y centros de investigación. En total, se equiparon 2.000 km de carretera en cinco zonas piloto (Île-de-France, autopista A4, Isère, cinturón de Burdeos y Bretaña), con un objetivo de 3.000 vehículos conectados.

La base de una estrategia de STI

El proyecto finalizó en 2019, con un balance discreto. Todo proyecto de STI requiere por definición de una cohorte significativa de vehículos conectados. “Las pruebas de SCOOP seguramente se vieron frenadas por un despliegue demasiado tímido de vehículos conectados, comenta Emmanuel Jolly, gerente de Actemium Paris Transport. Pero SCOOP sentó las bases de una verdadera estrategia STI. También hay otros proyectos en marcha: C-Roads, EasyWay, Datex II, EU EIP, InterCor o InDiD.

Cada nueva iniciativa tiene como objetivo introducir nuevas técnicas de comunicación, diversificar los relés que intervienen en el bucle de conexión o desarrollar los distintos campos de aplicación.

“Todos estos proyectos forman parte de una dinámica de desarrollo del vehículo autónomo. Se trata de multiplicar las pruebas y las observaciones, de fomentar la colaboración entre actores del sector para prefigurar los desarrollos y las orientaciones técnicas y funcionales de los sistemas que en un futuro se implementarán en Europa”, subraya Jeremy Deville, director de VINCI Energies, que participa principalmente en C-Roads France, la contribución de Francia a la C-Roads Platform europea.

El reto de la interoperabilidad

Este camino conjunto hacia el transporte inteligente todavía tiene que superar múltiples obstáculos. Desde el punto de vista reglamentario, Europa debe definir las especificaciones necesarias para la compatibilidad, la interoperabilidad y la continuidad de los STI en la Unión. En cuanto a Francia, la estrategia nacional de desarrollo del vehículo autónomo prevé la elaboración de un plan de despliegue de la conectividad de las infraestructuras que aún tiene que ponerse en marcha.

También habrá que tomar decisiones respecto a las tecnologías de comunicación adoptadas, en un momento en que los fabricantes de automóviles luchan por imponer sus propias normas, sin optar necesariamente por las mismas tecnologías, y en que la competencia de las aplicaciones móviles, a menudo innovadoras, no es insignificante.

Además, también hay que definir los modelos económicos asociados. El despliegue de las unidades de comunicación de carretera, cuyo coste unitario estimado es de 3.000 € (para una cobertura de 2 km), también plantea varias cuestiones. Finalmente, otro escollo es la desigual fiabilidad de las comunicaciones en gran parte de las redes viarias.

17/11/2022