¿De qué manera contribuye la tecnología digital a la descarbonización de la economía?
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La producción científica, que se ha centrado principalmente en la huella medioambiental de los equipos y servicios digitales, no ha analizado tanto el potencial del sector para contribuir a la descarbonización de la actividad económica. Una nota de análisis publicada en julio de 2024 por France Stratégie (servicio de evaluación y propuestas que forma parte de la oficina del primer ministro) aporta algunas respuesta. Anne Faure, responsable del proyecto Economía Digital en France Stratégie, nos lo explica.

©France Stratégie Thierry Marro
¿Qué es lo que ha llevado a France Stratégie a interesarse por la contribución de la tecnología digital a la descarbonización de la economía?
A.F. La literatura científica está bastante bien documentada sobre las emisiones imputables al uso de las tecnologías digitales (peso ecológico vinculado a la fabricación, al uso y al ciclo de vida de los equipos y servicios). Se calcula que las emisiones representan alrededor del 2,5% de la huella de carbono de Francia -el 3% a escala mundial-, y las previsiones apuntan a un aumento del 45% de aquí a 2030 respecto a 2020.
En cambio, el tema de la potencial contribución de la tecnología digital a la descarbonización se ha mantenido más al margen de los análisis y estudios. Mediante esta nota de análisis, hemos querido ofrecer una instantánea del estado de los conocimientos, señalar los retos que plantea esta contribución del sector a la descarbonización y poner de relieve los numerosos efectos rebote que dificultan las reglas del juego. Y todo con la finalidad de proporcionar elementos de reflexión a todas las partes implicadas.
¿Cuál ha sido su enfoque metodológico?
A.F. La amplitud y la dificultad de enfoque del tema nos obligaron a tomar decisiones. Más o menos todos los sectores disponen de soluciones digitales destinadas a reducir las emisiones. Planteamos como hipótesis lógica de trabajo que el mayor potencial se encuentra en los sectores que consumen más energía y, por tanto, son los principales destinatarios de las políticas de descarbonización, como el sector energético, el de la construcción y el del transporte. También se da la coincidencia, y no es casualidad, de que estos sectores son los más abordados y documentados por la literatura científica.
Por todo ello decidimos centrarnos en casos de uso tomados de estos distintos sectores y explorar cuatro aplicaciones digitales a priori prometedoras: las smart grids, la gestión inteligente de los consumos energéticos de las viviendas, el teletrabajo y el uso compartido del automóvil.
Empecemos hablando de las smart grids o redes eléctricas inteligentes…
En 2017, un estudio realizado por RTE proporcionó una primera evaluación de su impacto en la red eléctrica francesa. Basándose en un análisis de cuatro soluciones (almacenamiento, contadores domésticos inteligentes, gestión de la demanda industrial y terciaria, y producción de energía eólica), RTE calculaba entonces que las soluciones de smart grids supondrían un ahorro neto de emisiones de unos 0,8 MtCO2 anuales en 2030.
“El teletrabajo solo contribuirá de forma modesta a la reducción de las emisiones”
Este estudio se realizó hace más de siete años, pero sigue siendo el más reciente hasta la fecha. RTE está trabajando en este tema y seguramente pronto podrá ofrecer informaciones actualizadas más detalladas. Sin duda alguna sería interesante disponer de elementos de análisis sobre aplicaciones que a priori presentan un gran potencial, pero para las que la investigación carece de informaciones de referencia, como el control inteligente de las infraestructuras de recarga para vehículos eléctricos (IRVE).

©Thibault Desplats
En cuanto al teletrabajo, ¿qué conclusiones se desprenden de su estudio?
A.F. Aparte de la dificultad de identificar con precisión las prácticas de teletrabajo de hoy y mañana -aunque la hipótesis más probable es que se estabilicen-, la lección que se desprende es que el teletrabajo solo contribuirá de forma modesta a la reducción de las emisiones.
En el escenario más favorable –flex office organizada y reducción de los espacios de oficina utilizados-, el ahorro anual es de 413 kg CO2e.
En los otros dos escenarios, el moderado y el pesimista, los ahorros se ven reducidos por varios efectos rebote del teletrabajo (paso a trayectos distintos a los de domicilio-trabajo y aumento de las emisiones de CO2). A este respecto -y la ADEME en particular insiste mucho en este punto-, el comportamiento de los consumidores-usuarios-ciudadanos es, y será, un elemento clave en la definición de las tendencias.
A través de los casos de uso que estudia, describe potenciales de descarbonización reales, pero moderados…
A.F. En su último informe, publicado en 2023, el Grupo Intergubernamental sobre la Evolución del Clima (GIEC) subraya que las tecnologías digitales podrían contribuir sustancialmente a la descarbonización, mientras que, por otro lado, recuerda los riesgos medioambientales que puede provocar una transformación digital no controlada, que generaría un gran aumento del consumo energético. Los casos de uso que hemos explorado en Francia también muestran que los efectos positivos en los niveles de emisiones siguen siendo moderados en comparación con las expectativas que podrían depositarse legítimamente en los sectores implicados.
¿Eso significa que habría que priorizar la limitación de los impactos negativos de la tecnología digital?
A.F. Sí. Pero es importante invertir más, y lo más científicamente posible, en el tema de la contribución de la tecnología digital a la descarbonización porque, al margen de cuáles sean las conclusiones de los análisis, inevitablemente necesitaremos instrumentos fiables y de referencia que tengan en cuenta la complejidad de los mecanismos implicados y de los retos planteados, con el fin de acelerar la descarbonización, es decir, la neutralidad climática de aquí a 2050, en la trayectoria de la Unión Europea y de Francia.
17/04/2025
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