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En el marco de un proyecto encabezado por Leonard, más de 80 expertos trabajaron durante doce meses en el tema de la “calle compartida”. El fruto de este trabajo exploratorio, en que participaron Citeos y Omexom, es una extensa guía metodológica y un libro con el mismo nombre publicado por Éditions Apogée, dirigidos a los agentes implicados en la planificación territorial.

En un momento en que el 80% de los municipios franceses están expuestos a uno o varios riesgos climáticos, así como a vulnerabilidades demográficas, sociales, sanitarias o tecnológicas, la resiliencia de las áreas urbanas es más que nunca un reto sistémico que solo se podrá abordar de forma colectiva, mediante una alianza entre agentes públicos y privados y ciudadanos.

En 2021, la Agencia de la Transición Ecológica (ADEME), en el marco de una lógica de cooperación, lanzó una “convocatoria de proyectos comunes” en torno a la cuestión de la resiliencia de los territorios, un planteamiento ―todavía poco frecuente― que consiste en reunir distintas competencias para producir conjuntamente recursos abiertos y ponerlos a disposición de los territorios con el fin de favorecer una cultura compartida de la innovación y la acción.

“La calle es por excelencia el bien común de las ciudades”.

Uno de los primeros proyectos seleccionados fue “La Rue Commune” (La calle compartida), que pusieron en marcha Richez Associés, Franck Boutté Consultants y Leonard, la plataforma de prospectiva del grupo VINCI, y que se centra principalmente en la redacción de normas para el diseño, la aplicación concreta y la gestión de la ciudad resiliente.

“La calle es por excelencia el bien común de las ciudades”, manifiesta Étienne Bourdais, director de desarrollo de Leonard, que ha encabezado el proyecto. “Como tal, debería ser un espacio de confort y seguridad, que todo el mundo pudiera hacer suyo. Sin embargo, según los referentes de los siglos XIX y XX, a menudo se ha concebido como un espacio residual, funcional y codificado, y su organización se ha cimentado en torno al trinomio calzada-acera-aparcamiento para dar respuesta al excesivo protagonismo del automóvil”.

Una guía exhaustiva y un libro práctico

¿Cómo podemos alejarnos de esta visión tan anticuada? Durante doce meses, más de 80 expertos reflexionaron, intercambiaron ideas y presentaron propuestas para que las calles de las ciudades estuvieran en consonancia con los grandes retos del siglo XXI. Fruto de este trabajo exploratorio, en marzo de 2023 se publicó la guía metodológica, que proponía a los representantes políticos municipales, directores generales de departamentos y directores técnicos a cargo de la movilidad, el espacio público y la red vial un método para realizar un diagnóstico de las vulnerabilidades y el potencial de la calle, y posteriormente pasar a la acción para reorganizar el espacio público, fomentar la experimentación de nuevos usos de la calle y renovar las ciudades. El libro, que publicó el pasado mes de noviembre Éditions Apogée, pone al alcance de todos, ciudadanos y profesionales de la ciudad, esta nueva visión de la calle metropolitana.

Alumbrado estructurador

Entre los agentes implicados en esta iniciativa, Citeos y Omexom, dos marcas expertas de VINCI Energies, aportaron sus ideas sobre cuestiones relacionadas con la recogida y el suministro de datos, los puntos de carga para vehículos, la gestión de los flujos de movilidad y los sistemas de alumbrado público.

El carácter estructurador del alumbrado en el diseño y la actividad de la calle compartida está de sobras probado. La función de las farolas no es tan solo iluminar, sino también hacer más seguros los desplazamientos de peatones, ciclistas y conductores, mejorar el confort y el sentimiento de bienestar de los usuarios, ofrecer soportes e interfaces para otras soluciones y equipos urbanos…

El alumbrado de la calle compartida, al estar al servicio de los usos y la sobriedad energética, incluye numerosas aplicaciones: sensores de flujos de movilidad, de contaminación, de nivel acústico, de presencia de peatones y de presencia de animales (en particular murciélagos, para adaptar la iluminación según la biodiversidad animal y vegetal). Un bosque de componentes de inteligencia supervisado a distancia (en el punto luminoso y/o en el armario) para garantizar el régimen de funcionamiento de las luminarias, realizar el seguimiento de los datos del sistema (lámparas, drivers, controladores…), identificar los fallos, medir la energía y gestionar todo el conjunto.

Ingeniería social

Como socio desde hace tiempo de las administraciones locales en el despliegue de sistemas de alumbrado público, Citeos se ha implicado en gran medida en el proyecto, aportando sus conocimientos en materia de dispositivos y equipos con bajas emisiones de carbono.

“El alumbrado representa el 40% de la factura eléctrica y del consumo anual de un municipio de tamaño medio”, subraya Khadija Tighanimine, socióloga, Project Manager de Territorios en Omexom. “Aunque los representantes políticos y los responsables locales de la toma de decisiones entienden perfectamente el objetivo de sobriedad, este requiere tecnologías complejas, equilibrios económicos y una reflexión sobre los usos articulada con la arquitectura existente. Todo ello pasa por talleres de conceptualización con los usuarios, diagnósticos territoriales, itinerarios de los usuarios, paseos nocturnos y aplicaciones ciudadanas. En resumen, la ingeniería social es un valioso complemento de la ingeniería técnica”.

18/01/2024