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Suecia se ha consolidado como un país europeo líder en innovación, un logro que no debe nada al azar. A fuerza de inversión en I+D y de determinación política, el país se ha convertido en un lugar de acogida para la innovación, con posiciones especialmente determinantes en materia de transición energética y movilidad eléctrica.

¿Qué tienen en común la llave inglesa, el marcapasos, el sistema de envasado Tetra Pak, los cojinetes de bolas, la cremallera y Skype? En una palabra: Suecia. O más bien dicho, la capacidad de innovación de un país con poco más de 10 millones de habitantes.

Según el Global Innovation Index, Suecia es uno de los pocos países en ocupar sistemáticamente desde hace diez años una de las tres primeras posiciones entre las economías más innovadoras del mundo. Por su parte, en su último ranking, publicado en febrero de 2021, el Bloomberg Innovation Index situaba al país como la quinta nación más innovadora. Un desempeño que confirma la edición 2020 del cuadro de indicadores europeo de la innovación de la Comisión Europea. Finalmente, según la OCDE, tan solo Israel, Corea del Sur y Taiwán destinan más recursos financieros que Suecia a investigación y desarrollo.

Un extenso país poco poblado

Entre las explicaciones a semejante éxito, “la posición geográfica de Suecia y su apertura al mundo, que se ha manifestado en su temprana participación en el comercio internacional, han jugado un papel destacado […] y seguirán haciéndolo”, señalaban dos diplomáticos suecos, Veronika Wand-Danielsson y Robert Wentrup, en un artículo titulado “La innovación a través de la internacionalización: el caso de Suecia”, publicado en 2016 en la revista Géoéconomie.

Un territorio tan extenso para una población tan reducida explicaría, según los autores, el gran número de inventos e innovaciones surgidos en el país, como por ejemplo los sistemas de comunicación creados durante la segunda mitad del siglo XIX por Lars Magnus Ericsson, fundador de la empresa homónima, que permitían hablar a distancia y evitaban así la necesidad de atravesar los vastos bosques suecos. Esta misma empresa, que acabó internacionalizándose, tampoco ha sido ajena al desarrollo de las nuevas tecnologías en el país, en particular Internet y el despliegue de la banda ancha.

Tecnología digital

La tecnología digital se ha convertido en uno de los puntos fuertes de Suecia. En noviembre de 2021, la publicación anual por parte de la Comisión Europea del índice relativo a la economía y a la sociedad digitales (DESI), que evalúa los avances de los estados en este ámbito, situaba nuevamente a Suecia en el grupo de cabeza, en este caso en la tercera posición, por detrás de Dinamarca y Finlandia.

La posición geográfica de Suecia y su apertura al mundo han jugado un papel destacado capacidad de innovación y seguirán haciéndolo.”

Estocolmo también ocupa el segundo lugar en el mundo, por detrás de Silicon Valley, en cuanto a polos tecnológicos por habitante. El país cuenta con el primer clúster europeo (y tercero del mundo) en TIC (tecnologías de la información y la comunicación), la Kista Science City. No es de extrañar, pues, que Suecia haya visto nacer en su territorio múltiples “joyas” digitales como Skype, Spotify, King, Mojang, Klarna o Truecaller.

En 2017, la tasa de penetración de Internet ya era una de las más elevadas del mundo (95%), según el informe DESI publicado por la Comisión Europea. El gobierno prevé que en 2025 el Internet de muy alta velocidad (1 gigabyte por segundo) llegue al 98% del territorio sueco.

Seis ámbitos prioritarios para la IA

La industria electrónica (fotónica, robótica, ingeniería digital y nanotecnologías) representa por sí sola el 17,5% del valor añadido de la industria sueca. Suecia se sitúa por delante de Estados Unidos, Suiza y los Países Bajos en el ranking de países más favorables al IoT industrial (IIoT).

Ya en 2018, un informe de la agencia sueca de financiación de la innovación, Vinnova, identificaba los principales ámbitos de aplicación de la inteligencia artificial que debían ayudar a fortalecer la capacidad de innovación de las empresas del país: el desarrollo industrial, los viajes y transportes, las ciudades sostenibles e inteligentes, los servicios, la seguridad y la salud.

En este último ámbito en particular, y en concreto en la Universidad de Umea, al norte de Suecia, fue donde la científica francesa Emmanuelle Charpentier, premio Nobel de química en 2020, descubrió el CRISPR-Cas9 (el sistema que permite cortar el ADN en un punto preciso del genoma).

Disrupción en la energía

Esta capacidad de innovación se aplica en múltiples sectores, como por ejemplo el de la transición energética, ámbito donde el mercado sueco es uno de los más avanzados. Suecia es uno de los países europeos con más energía renovable en su producción eléctrica: 54,6% en 2018 (39% de energía hidráulica y 11% de energía eólica), y se plantea unos ambiciosos objetivos a largo plazo, con el 65% de energía renovable en el consumo final total de aquí a 2030 y el 100% para 2040.

En este ámbito, la innovación sueca empieza por el propio diseño de los edificios, basado en el principio del “prosumo”, que considera a un individuo o una entidad como productor y consumidor de energía. Los excedentes energéticos que generan las viviendas o los inmuebles gracias, entre otras cosas, a las placas fotovoltaicas, los aerogeneradores o la biomasa, alimentan la red de distribución nacional o local.

Actualmente, con unos 500 sistemas de calefacción urbana en todo el país, esta producción local presenta la ventaja de limitar los costes de “transporte” y aliviar la red. En este sentido, Hyllie, un barrio de Malmö diseñado en 2010 como una “ciudad inteligente del futuro”, extrae toda su energía del biogás, la biomasa, la energía solar, los residuos y la energía eólica producidos localmente. El sistema funciona gracias a una red inteligente que se adapta en tiempo real a las condiciones meteorológicas, en función de la insolación y del viento.

Omexom, la marca de VINCI Energies especializada en las infraestructuras energéticas, juega un papel muy activo en este mercado pionero. Así, a través de su nuevo centro de innovación en Estocolmo, The Hive, desarrolla una amplia gama de conocimientos, ya sea para la conexión de la producción de energía renovable a la red, la movilidad eléctrica, la eficiencia energética o el almacenamiento de energía.

Experiencia piloto

También en materia de transición energética, Suecia parece estar un paso por delante. En la isla de Gotland, en el Báltico, una experiencia piloto a cargo de la compañía israelí

Electreon con la participación de Eitech Electro AB, empresa de VINCI Energies, está probando una carretera eléctrica capaz de cargar las baterías de los vehículos durante el trayecto.

El proyecto Smartroad Gotland, en marcha desde el otoño de 2020 y que se desarrollará hasta la primavera de 2022, tiene como objetivo reducir las emisiones de dióxido de carbono del transporte terrestre de Suecia. Smartroad Gotland es una de las cuatro pruebas piloto que se están llevando a cabo en el país. Suecia prevé construir unos 2.000 km de carreteras de inducción con un coste total estimado de 3.000 millones de euros.

 


¿Aceleración en el reciclaje de baterías?

El fabricante sueco de baterías Northvolt produjo el 29 de diciembre de 2021 su primera célula a base de níquel, manganeso y cobalto 100% reciclados. La empresa se ha comprometido a producir sus baterías con al menos el 50% de sus materiales reciclados en 2030. La construcción de Revolt Ett, su planta de reciclaje situada en Skellefteå, al norte del país, arrancó en 2019. A plena capacidad, esta “gigafactory” producirá 60 GWh de baterías, una cantidad suficiente para equipar un millón de vehículos eléctricos al año.


08/09/2022