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La capital británica está multiplicando los proyectos para ofrecer a sus habitantes una ciudad más fluida y sostenible. Hoy en día está considerada una de las “mejores ciudades inteligentes” del mundo

Según la última edición del IESE Cities in Motion Index, publicada en 2021, Londres es la mejor smart city del mundo. De hecho, desde hace algunos años la capital británica no escatima esfuerzos a la hora de desplegar tecnologías innovadoras. Desde 2013, el Smart London Board asesora al Ayuntamiento sobre la implementación de nuevas tecnologías digitales en el marco de su programa “Smarter London Together”.

Lo cierto es que hay mucho en juego: con una población que en 2030 habrá alcanzado los 10 millones de habitantes en un área urbana de 1. 500 km2 (más de catorce veces la superficie de París), los servicios públicos del “Gran Londres” deberán lidiar con múltiples problemas, especialmente relacionados con la salud y los transportes.

Objetivo: conectividad

Con el fin de dotarse de los medios necesarios para hacer frente a estos nuevos retos, el Ayuntamiento lanzó en 2017 el programa “Connected London”, con el objetivo de ofrecer una conectividad 5G a toda la ciudad y un acceso libre al wifi en los edificios públicos y en las calles. El consistorio se apoya principalmente en las infraestructuras de Transport for London (TfL), la red de transporte londinense, para implementar el programa “Connected London Full Fibre Network”, una red de fibra óptica que busca conectar 400 km de túneles subterráneos, 580 km de carreteras y 80. 000 elementos de mobiliario urbano.

Con 10 millones de habitantes para 2030, Londres apuesta por las tecnologías innovadoras para responder a los problemas que deberá encarar.

De acuerdo con el Ayuntamiento, esta política debe permitir, entre otras cosas, que las pymes ganen entre 7 y 10 puntos de productividad y que los propietarios puedan incrementar el valor de sus bienes (según un informe del portal inmobiliario Rightmove, el valor de las propiedades sin acceso a redes de muy alta velocidad se reduciría en un 20%). De hecho, las necesidades prometen ser exponenciales: Ofcom, la autoridad británica competente en materia de telecomunicaciones calcula que el número de dispositivos conectados se multiplicará por doce de aquí a 2026 y que el uso de datos móviles aumentará en más de un 30% anual.

Los datos, clave del modelo

Los datos son claves en la estrategia implementada en Londres, tal como refleja la creación del London Datastore. Esta herramienta permite a cada ciudadano, así como a la comunidad de desarrolladores, acceder de forma gratuita a todas las informaciones y estadísticas relacionadas con la ciudad.

Entre otros ejemplos de aplicaciones, destacan un nuevo servicio de datos sobre las calles comerciales en el marco del programa “High Streets for All”, la modelización de los emplazamientos de las nuevas escuelas, la identificación de los solares industriales abadonados, la predicción del crecimiento demográfico, la medición de la calidad del aire…

En relación con el medio ambiente, Londres también apuesta firmemente por los datos. En el marco del programa “Energy for Londoners”, la gestión segura de los datos energéticos de la ciudad busca ayudar a los encargados de la toma de decisiones a identificar dónde y cómo priorizar distintos tipos de inversión en infraestructuras verdes a lo largo de toda la capital.

Por otro lado, el programa piloto del Queen Elizabeth Olympic Park en Stratford, al noreste de Londres, está probando nuevos usos de datos inteligentes. En este sentido, se está construyendo una plataforma de datos para publicar informaciones sobre la calidad del aire de los espacios verdes y la energía de los edificios de la zona con el objetivo de que los habitantes puedan controlar mejor sus consumos y sus gastos energéticos.

Un experimento similar se está llevando a cabo en Greenwich mediante el programa europeo “Sharing Cities”, que prueba sistemas de gestión de la energía en edificios de viviendas sociales, sistemas de iluminación y conmutadores de ahorro de energía, así como sensores y la conectividad digital de las farolas, o incluso robots de entrega autónomos.

La revolución de la movilidad

London Datastore también resulta una herramienta valiosa en el ámbito de los transportes. Más allá de su función de “apoyo” a través de sus infraestructuras, TfL basa gran parte de su actividad en la tecnología y la gestión de datos. Su portal de datos abiertos y su API unificada permiten a los desarrolladores crear servicios y productos innovadores relacionados con varios temas (planificación del viaje, alteraciones del servicio, obras, tarifas…), que generan un beneficio económico estimado de unos 130 millones de libras esterlinas al año, según TfL.

Una de las iniciativas más destacadas en el ámbito de los transportes es el ULTra (Urban Light Transport) del aeropuerto de Heathrow. Desde 2011, este sistema de transporte automático y eléctrico tipo taxi robot se desplaza por un carril-guía de 3,8 km. La lanzadera permite que una media de 800 pasajeros diarios se desplace entre el estacionamiento comercial y la terminal T5. Este sistema, compuesto por 21 vehículos, permite evitar 50. 000 trayectos en autobús por Heathrow al año.

Por un tráfico rodado mejor controlado

En cuanto al doble desafío que supone la congestión vial y la contaminación de los vehículos, Londres también está librando una batalla de larga duración. La capital británica, que fue la primera gran ciudad en instaurar un peaje urbano en 2003, estableció en abril de 2019 una zona de circulación de muy bajas emisiones en el centro de la ciudad (ULEZ, por Ultra Low Emission Zone). Desde octubre de 2021, la ULEZ se ha ampliado a un perímetro delimitado por las carreteras de circunvalación norte y sur de la ciudad, con una superficie mucho mayor que la de París. Para hacer cumplir la normativa, el consistorio se sirve de su red de cámaras de televigilancia.

De todos modos, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, piensa ir aún más lejos y adoptar un sistema de tarificación vial de “tres anillos” en toda el área del Gran Londres de aquí a mayo de 2024 (15 £ al día para entrar en el centro de Londres, 2,50 £ para acceder al “cinturón interior” y 1,55 £ para acceder al “cinturón exterior”). Las tasas de las zonas interior y exterior generarían alrededor de 400 millones de libras esterlinas anuales, ingresos que podrían reinvertirse en transporte público y en la mejora de las carreteras. Está previsto que de aquí a 2030 la ciudad también instaure un sistema de tarificación por quilómetro recorrido.

Hacia una energía verde

En su afán por multiplicar los proyectos y las iniciativas concretas para dar forma a una ciudad más fluida y sostenible en beneficio de sus habitantes, Londres también ha abordado el tema de la producción energética. Su respuesta ha sido cuanto menos innovadora, con la reutilización del calor residual emitido por el metro gracias a las nuevas tecnologías.

Según los expertos, esta energía perdida podría cubrir hasta el 38% de la demanda de calefacción de la ciudad. Así, en 2021 se creó el centro energético Bunhill 2 en el barrio de Islington, que actualmente abastece a 1. 350 hogares, una escuela y dos centros recreativos. Y todo ello sin quemar combustible fósil, a diferencia de su predecesor, Bunhill 1, que funciona con gas. De este modo, se evitan unas 500 toneladas de emisiones de CO2 al año. Además, el beneficio es doble, puesto que gracias a este sistema los pasajeros de la línea Northern, de donde procede el calor, pueden disfrutar de túneles más frescos durante el verano.

Para acelerar su estrategia smart city, Londres tiene la intención de contar más que nunca con las empresas, por lo que les ofrece soluciones para dar respuesta a sus necesidades y probar nuevas tecnologías. Esta asociación público-privada permite aportar mejoras concretas a la calidad de vida de los londinenses, tanto en términos de energía y medio ambiente como de transporte o salud.

 

13/10/2022

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